viernes, 11 de octubre de 2019

La vivienda como medio para mejorar la calidad de vida


El mundo de la construcción es un ámbito cambiante, de incansables innovaciones, renovaciones, refrescamientos, estructuración y restructuración de las propuestas sean estas propias o de terceros. Esta evolución es intrínseca al proceso constructivo y a la ingeniería misma y debe direccionarse en función de la habitabilidad enfocada en el espacio donde convivimos para elevar la calidad de vida de la sociedad.
Los organismos y foros internacionales que buscan la reducción de la pobreza, concuerdan que uno de los factores que mejora la calidad de vida es el acceso a la vivienda. De hecho, se han llevado a cabo acuerdos internacionales que permitan la reducción del déficit de viviendas en algunos países. Adicionalmente a ello se ha hecho mucho énfasis en que estas construcciones deben garantizarle un mínimo de condiciones en cuanto a calidad y espacio que permita a la familia el sano desarrollo y disfrute de sus actividades cotidianas.
Con esto presente, se han desarrollado grandes planes de viviendas utilizando empresas públicas y privadas para la urbanización de terrenos o construcción de viviendas aisladas, viviendas unifamiliares, bifamiliares, multifamiliares, construcciones horizontales y verticales; en fin, se está buscando reducir el déficit de viviendas de una forma acelerada con múltiples modelos de viviendas.
No obstante, debemos tener presente que para elevar la calidad de vida de las comunidades no solo basta con la construcción de viviendas, también tiene que complementarse con otros aspectos que garanticen la habitabilidad de la misma para lograr bienestar social, físico, psicológico, ambiental y cultural.
En este sentido, en las zonas boscosas, selváticas o reservaciones indígenas son imprescindible que se respeten las costumbres propias de las comunidades utilizando sus materiales tradicionales (madera, arcilla, bambú, caña brava, palmas de moriche, etc.) y sus unidades habitacionales que su cultura ancestral han mantenido en franco equilibrio con el ecosistema, de manera tal que no se afecte negativamente el ambiente ni la cultura comunal mientras se soluciona un problema social como lo es la falta de vivienda.
Por otra parte, en las zonas urbanas podrá construirse con toda una variedad de materiales que permitirán pasearse desde el concreto armado, concreto prefabricado, acero estructural, madera prefabricada, compuestos a base de compuestos polivinílicos entre otros.
Cabe destacar que la construcción de estas viviendas debe planificarse en función de la presencia de servicios de saneamiento que permitan que la salud sea lo primero. Garantizar el abastecimiento de agua potable, la evacuación de aguas residuales, suministro eléctrico y vías de acceso tanto peatonales como vehículares será un claro indicador del nivel de calidad de vida de una comunidad.
En caso de ausencia de uno o varios de ellos, se deben evaluar y elaborar la proyección de los mismos para el beneficio común de la población. Los costos de los mismo serán variables según los métodos utilizados pero el beneficio general y final realza el relevante valor de la inversión social.
Finalmente, la calidad de vida está directamente afectada por la posesión de una vivienda digna, sin embargo, la habitabilidad de la misma depende de la presencia y nivel de los diferentes servicios públicos, lo que a su vez conlleva a la humanización de entorno, urbanizando el espacio geográfico para el bienestar social con un impacto reducido en el medio ambiente.
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